El viajar es un placer

El espíritu viajero, presente en la práctica. A partir de hoy, todas las actualizaciones se mudan acá. Te espero para seguir viajando juntos.

Hay que tener mucha fortaleza mental para entrar en ese consultorio.

(Gracias David Eliel alias Bocha Chino).

A pesar de que ya lo experimenté millones de veces, todavía no lo aprendo: no importa cuánto tiempo analice detrás de qué cola me conviene ponerme cuando llego al área de migraciones del aeropuerto, todas las demás irán mucho, pero mucho más rápido. Más allá de mi resignación casi patológica a esta realidad, lo que me ocurrió en el aeropuerto de Panamá, de regreso de Haití, tomó un ribete épico. Lee el resto de esta entrada »

El Hotel Veneto, de Ciudad de Panamá, vive confundido y cree que está emplazado en Las Vegas, con su casino gigante, con su música a todo lo que da y con su aire acondicionado gélido. Más allá de este tema, que pienso desarrollar en un futuro post, la noche que llegué un poco más tarde de lo debido me encontré con que en la puerta del establecimiento había una treintena (por no decir una cuarentena) de chicas trabajando en la puerta, tal vez con ánimos de pescar algún ganador escapado de las mesas de ruleta, tal vez para dar una noche fuera de la rutina a algún panameño new rich. Lo cierto es que semejante abundancia, sólo me hizo pensar en que ya es hora de que los genios del marketing turístico pongan manos a la obra y desarrollen el nuevo concepto en alojamiento para pasajeros: el de «hotel putique».

El hotel Kaliko Beach, en Haití, es como cualquier complejo all-inclusive de cinco estrellas de Punta Cana, pero justo después de la bomba de neutrones.

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(Tomada en Mestre, Italia)

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Hace un año y medio, el suelo de Haití se sacudió. Un castigo innecesario para un pueblo que ya vivía castigado. Pasó el tiempo y los escombros siguen siendo parte del paisaje. Al igual que las carpitas de campaña azules que montó Naciones Unidas. Lee el resto de esta entrada »


(Tomado del diario La Capital, de Rosario)

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Haití es caos. No hay ley ni autoridad. Los carteles con prohibiciones brillan por su ausencia, por la simple razón de que, aún cuando fuesen instalados, nadie los respetaría. El aeropuerto de Puerto Príncipe no escapa de esta regla. Lee el resto de esta entrada »

La moneda panameña es el balboa. Pero los billetes de balboa no existen. Sí existen los billetes de dólar, que circulan oficialmente. Pero los panameños no los llaman «dólares». Los llaman «balboas». Una hermosa metáfora de identidad e independencia.

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